Había una vez en una montaña
lejos de casas y pueblos, vivía un grupo de ovejitas y cabritillas que salían
todos los días a comer hierba fresca. Les llevaba Erlantz, el pequeño
pastorcillo.
Por la mañana le despertaba
su mamá, le ponía un buen desayuno de leche con galletas, y muy contento iba a
buscar a Laidita y Ametzu su perrillos pastores que le ayudaban con las ovejas.
Les daba su desayuno, les gustaba el pan con jamón york, y juntos iban al
cobertizo que había al lado de la casa y donde dormían las ovejas y las
cabritillas.
Subían por un caminito muy
empinado entre rocas, hacia la parte de arriba de la montaña y allí se
encontraban con un montón de zonas verdes, sin árboles, donde la hierba era
alta, fresca y muy jugosa. A las cabritillas y a las ovejitas les encantaba
este sitio. Se ponían todas a comer mientras Erlantz y sus perritos tomaban el
sol.
Un día que Erlantz se había
quedado dormido, Laidita y Ametzu estaban olisqueando cerca de la entrada al
bosque, De pronto Laidita se puso a
ladrad y Ametzu la imitó. Erlantz se levantó de un salto y se acercó a ver que
pasaba, si se acercaba un animal salvaje como un oso, o un lobo, debía de
llevarse corriendo a sus ovejitas y cabritillas hasta casa.
Mandó callar a los perritos
y miró desde detrás de un árbol, no vio nada, pero Laida y Ametz temblaban de
rabia. Escuchó un ruidito extraño, era como si algo o alguien se acercara
arrastrándose por el suelo.
Laida y Ametz fueron dando
pasitos hacia atrás, y Erlantz agachado como estaba empezó a hacer lo mismo,
seguro que aquello era una serpiente!!
Sin embargo, cuando ya
estaba a punto de echar a correr, se quedó quieto mirando con los ojos muy
abiertos, se estaba acercando a él rodando un pelota del tamaño de una pelota
de futbol iluminada con todos los colores del arcoíris, salía por un lado el
rojo, por otro el azul, por otro el amarillo….
Cuando llegó al final de los
árboles donde se encontraba Erlantz, la pelota se detuvo y empezó a pitar:
Laida y Ametz volvieron a ladrar como locos.
La pelota se calló y de
repente se abrió y de su interior salió una ardillita blanca que llevaba un
sombrero azul.
Erlantz no podía pronunciar
palabra, no había visto nunca nada igual, hasta Laida y Ametz se habían quedado
mudos de la sorpresa
*- Hola.- dijo con vocecita
chillona la ardilla
Erlantz dio un salto hacia
atrás
*- Pu, pu…., puedes hablar!!
*- Si claro, tú también, no?
*- Pero, es que tu eres una
ardilla, y las ardillas no hablan, no?
*- Pero es que yo no soy una
ardilla normal, no soy de aquí, yo vengo de un bosque de otro país, donde todos
los animalitos hablan. ¿Tus perros no dicen nada?
Erlantz negó con la cabeza
*- Ellos ladran, es su forma
de hablar
*- Ya veo.- respondió la
ardillita.- yo estaba volando en mi pequeña nave espacial.- y señaló a la
pelota abierta.- cuando una fuerte tormenta con muchos truenos ha estropeado el
motor y he tenido que aterrizar en este bosque y debo pedir ayuda, pero no sé
si podréis ayudarme, no me parecéis muy listos
Esta vez Erlantz se enfadó
de verdad
*- Oye tú, no te pases, que
el que necesita ayuda eres tú!
*- Vale, vale, no te
enfades. ¿Tu podrías ayudarme a volver a mi bosque?
*- Pues supongo que si, pero
tendrías que decirme donde está
*- No lo sé, acuérdate de
que me he perdido
*- Pues dame alguna pista….,
¿Cómo es?,
*- Pues es muy verde, hay
muchos animales,…..
*- Todos los bosque son
así….
*- Hay muchos ríos, lagos y
cataratas……..
*- Espera.- gritó Erlantz.-
eso sí que podría ayudarnos, ¿Qué mas?
*- Está en una isla, la
verdad es que ahora que lo dices no viene nadie de otros bosques
*- ¿hace frío o calor?
*- Ahhh, siempre hace calor,
nosotros siempre estamos en la playa jugando. Yo suelo ir con mi primo Pancho,
que es un mono muy divertido.
*- Vale, entonces tenemos
que buscar una isla, en el sur (donde siempre hace calor), que tenga muchos
ríos, lagos y cataratas, ufff! Que difícil!
*- Y si le decimos al Aquila
que siga el rastro que ha dejado en el cielo esa nave redonda?.- pregunto Laida
Erlantz casi se cae del
susto:
*- Laida!.- gritó.- sabes
hablar?
*- Pues claro, Ametz
también, en realidad todos los animales sabemos hablar, pero no lo hacemos
delante de los humanos.
*- A mi me parece muy buena
idea pedir ayuda al Aguila.- dijo Ametz
Erlantz, se levantó cruzó
las manos encima de la boca y sopló haciendo un ruido que era como un silbido,
todas las ovejas y las cabritillas empezaron a gritar también llamando al
águila. Al cabo de un rato apareció volando por encima de sus cabezas con las
alas muy abiertas y descendió, posándose en el suelo delante de ellos.
*- Tranquila.- le dijo
Laida.- puedes hablar, ya le hemos contado a Erlantz nuestro secreto.
*- Verás.- dijo Erlantz,
estamos buscando una isla, donde siempre hace calor, y hay muchos ríos, lagos y cataratas,
*- Creo que la conozco, ya
sabéis que suelo volar por encima del mar, buscando pececillos para de vez en
cuando comer pescado…, y en una ocasión ví una isla que me llamó la atención
porque estaba muy escondida, casi no se veía y es como dices tú. Si quereis os
puedo llevar
*- Cómo?.- preguntó Erlantz
otra vez sorprendido
*- Puedo llamar a mi amigo el
águila colorada y nos engancharemos un carrito parecido a un trineo, que
solemos usar en estas ocasiones. Os podemos llevar a ti, a Laida, a Ametz y a
la ardillita blanca
*- Podemos llevar también mi
nave voladora?
*- No , pesaría demasiado,
es mejor que vengan tus amigos a buscarle luego con otra nave
*- Vale.- dijo la ardillita
un poco triste.
Los cuatro montaron en el
carro tirado por las águilas y pronto llegaron volando hasta la isla de la
ardillita blanca. La ardillita les dijo dónde aterrizar y bajaron al suelo.
Llegó todo tipo de animales
a ver quién había llegado en una carroza tan extraña, y todos hablaban:
*- Ehhh!.., si es Zuri,
nuestra ardillita
*- Mirad, es un carro tirado
por águilas,
*- Y viene un humano!! Rápido
corred!!!
*- Nooooo!!!, que es amigo
mío.- gritó Zuri la ardillita, me han ayudado a venir hasta aquí. Mi nave se
rompió, tuve que aterrizar y Erlantz y sus perros me han ayudado a volver, son
amigos de todos los animalitos
Todos los animalitos se
acercaron a Erlantz a mirarle de cerca
El chimpancé le tocó la
cara, el reno le dio un lametazo chupándolo entero, el osito se colgó de su
cuello, el elefante bebé le dio un soplido con su larga trompa….
*- Juega con nosotros, juega
con nosotros…..
*- No puedo.- dijo Erlantz.-
he dejado solas a las ovejitas y a las cabritillas, tengo que volver y
llevarlas a casa, pero a los tres, a
Laida a Ametz y a mi nos encantaría volver a jugar con vosotros.
Laida a Ametz y a mi nos encantaría volver a jugar con vosotros.
El elefanta que era el mas
sabio dijo
*- Para que puedas venir
cuando quieras, con tus perros, a jugar con nosotros, te vamos a regalra una
pequeña nave espacial como las nuestras en la que cabéis los tres. Solo tienes
que tener cuidado de tenerla escondida cuando estés en tu casa, porque no
queremos que los mayores descubran nuestra isla, ni nuestro secreto de que
sabemos hablar.
Y así fue como Erlantz, Laida
y Ametz, se hicieron amigos de los
animalitos y les visitaban casi todos los días para jugar con ellos
Y colorín colorado… este cuento se ha acabado
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