Había una vez un niño muy
bueno y muy obediente, que ayudaba mucho a su mamá, y solía acompañarla a hacer
las compras.
Un día en el pueblo pusieron
un mercadillo diferente, en él en lugar de vender frutas, verduras, y cosas
para comer, vendían cosas antiguas como cuadros, relojes antiguos de pared,
platos antiguos que pesaban mucho…
Erlantz se fijó en una lámpara de cobre que había en un estante, era muy
bonita verde y dorada, y muy vieja, la verdad es que estaba muy sucia, pero a
él le gustó, le parecía muy graciosa, como una tetera que salía en unos dibujos
animados de televisión.
Su mamá se lo compró, no era
muy caro y Erlantz lo llevó todo contento a su habitación.
*- Toma.- le dijo su madre
dándole un trapo.- límpialo un poco que está supersucio
Erlantz cogió el trapo, pero
en vez de limpiarlo, lo tiró encima de la cama con la lámpara y se dedicó a
jugar a los dinosaurios.
Por la noche, cuando ya era
hora de cenar se acordó de la lámpara, pero su mamá no le dejó jugar con ella,
era hora de cenar
*- Si quieres, antes de irte
a la cama, puedes jugar un ratito con la lámpara, pero ahora hay que cenar
Obediente,
Erlantz, se terminó toda la cena y cuando terminó fue a su cuarto a jugar con
la lámpara. Cuando la cogió se llenó los dedos de polvo:
*-
Qué asco!.- pensó, voy a frotarla mucho mucho con este trapo para limpiarla
bien
Frotó
y frotó y en la lámpara empezaron a brillar los colores verde y dorado, pero de
repente sonó un ruido raro dentro de la lámpara y empezó a salir humo por el
pitorrito, era un humo de colores azul y rosa, Erlantz muy asustado dejó caer
la lámpara al suelo. El humo fue cogiendo forma de persona, cabeza, cuerpo, las
piernas no se distinguían. Al final desapareció el humo y en su lugar quedó un
señor muy grande hasta el techo, de fuertes brazos, con bigote, y gorrito, y
bastante tripita. Tenía cara de mal humor, le habían despertado de su siesta,
era un genio.
Erlantz
se quedó con la boca abierta
*-
Quien, quien, quiern eres? Tartamudeo
*-
Creo que está claro, no?, soy el genio de la lámpara, tu la has frotado y yo he
salido. Mi deber es concederte tres deseos, ni uno mas, luego me volveré a
meter en la lámpara y me echaré una siestita
Erlantz
se puso a pensar, qué tres deseos podía pedir?, pediría algo para su mamá o
todo para él?
*-
Quiero tener un dinosaurio de verdad.- dijo sin querer pensarlo demasiado, y es
que Erlantz siempre había querido un dinosaurio Argentinosaurio
El
genio se quedó un poco sorprendido ante semejante deseo, pero cómo era su deber,
apuntando con un dedo el centro de la
habitación lanzó un rayo que se convirtió en un pequeño argentinosaurio de cuello largo.
*-
Te he traído uno pequeño para que quepa en tu cuarto, pero irá creciendo y
cuando se haga mayor dentro de no mucho tiempo, no cabrá en este cuarto, tu
verás lo que haces con él.
Erlantz
pensó que el genio tenía razón, necesitaba un espacio mayor para su dinosaurio,
mientras lo acariciaba pensó que mamá siempre había querido una casa en la
playa con jardín, aquello podía ser la solución, mamá no se enfadaría y el
dinosaurio podría vivir en el jardín.
*-
Quiero una casita en la playa con un gran jardín para mi dinosaurio.
El
genio sonriente levantó un dedo y un gran rayo rojo cruzo el techo,subió hasta
el cielo y se perdió entre las nubes.
*-
Toma las llaves, y le entregó varios juegos de llaves. Solo te queda uno, te,
cuidado con lo que pides
Erlantz
penaó que es lo que a ál le hacía feliz, que era lo que a su mamá le hacía
feliz, y no tuvo que pensar mucho mas
*-
Quiero que mamá y yo, tengamos vacaciones siempre!
*-
Ese es muy bueno, ¿sabes?, la mayoría de la gente pide cosas que terminan rompiéndose,
pero tus deseos son para siempre y son para tu mamá y para ti. Son unos deseos
muy buenos. Yo estoy cansado de vivir siempre en una lámpara que va de un sitio
a otro, me gustaría estar tranquilo en una única casa, si me dejas que me quede
a vivir con vosotros os concederé mas deseos, siempre que sean buenos como
éstos ¿qué te parece?
Así
fue, como Erlantz, su mamá, su perrito Laida, el dinosaurio y el genio de la
lámpra, se fueron a vivir a la casita de la playa, donde Erlantz y mamá tenía
todo el tiempo para jugar e ir a la playa ya que no tenían que ir a trabajar ni
al colegio. El dinosaurio y el genio se hicieron muy amigos y solían jugar en
el jardín con Laida y con Erlantz
Y
colorín colorado, este cuento se ha acabad
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