sábado, 11 de junio de 2016

LAS ABEJAS QUE QUERÍAN LAS FLORES DEL PARQUE

Había una vez un parque de columpios en el centro de un bonito pueblo rodeado de montañas.
A ese parque iban muchos niños pequeños, la mayoría de 2, 3 y 4 años, tenían toboganes, columpios, hasta de vez en cuando les ponían hinchables.
Al lado de los columpios había una zona de verde hierba y arbolitos no muy grandes. En esta zona cuando salía el sol, solían revolotear muchas mariposas de colores.
Un día dos mariposas amarillas con manchas blancas que estaban jugando a ver quien hacía mas volteretas en el aire, vieron una abeja buscando flores por la hierba.  Las mariposas se sorprendieron, pues en esa zona no vivían abejas
*- Que haces por aquí? , las abejas no podéis estar cerca de los columpios, a los niños les dáis miedo
*- Solo estoy buscando flores para cogeré un poco de zumo de flores que llevar a mi colmena para fabricar miel
*- Donde está tu colmena?
*- Allí , al otro lado del muro. Solemos buscar flores por allí, pero es que últimamente han llegado varias cabritillas que intentan comernos, por eso he venido a esta zona.
Las mariposas que conocían muy bien el parque enseñaron  a  las abejas dónde estaban las flores mas bonitas y grandes, para que pudiera coger mucho zumo y preparar la mejor miel.
La abeja recogió todo lo que pudo y volvió a su colmena.
A la mañana siguiente cuando estaban todas las mariposas volando por el parque,  volvió la abeja, pero esta vez venía con muchas otras abejas detrás de ella
*- Hola, hoy hemos venido todos los de la colmena para recoger muchas mas zumo de flores
Las mariposas se empezaron a preocupar, en una zona de niños no debían andar tantas abejas, podría haber un accidente y una abeja picar a un niño. Pero no sabían que hacer, cada día mas y mas abejas llegaban al parque.  Las mariposas se fueron a otro parque porque les daba miedo tantas abejas juntas.
De mientras los niños jugaban en los columpios y corrían descalzos por la hierba, hasta que un día pasó lo que la mariposa había dicho que iba a pasar, sucedió un accidente, un niño de dos años pisó descalzo el suelo justo donde una abeja estaba descansando y se clavó su aguijón en el pie. Como lloraba!!!
Al día siguiente los señores policías fueron a echar a las abejas del parque, cogieron unos cazamariposas y las iban cogiendo y echando al otro lado del muro, donde estaba su casa, la colmena.
Dos niños que solían estar en los columpios miraban cómo trabajaban los señores policías:
*- Me dan pena las abejas.- dijo Erlantz
*- A mi también.- dijo Hugo.- pero porqué vienen aquí, en lugar de quedarse en su zona
*- Preguntemos a las mariposas.- dijo Erlantz, y es que este niño sabía hablar con la mayoría de los animalitos.
Las mariposas les contaron lo que pasaba, que a las abejas les gustaban las flores de ese parque.
Estaba claro, pensó Erlantz, necesitaban tener flores como esas en su zona, para que no pasaran al parque, ¿pero cómo?
*- Necesitamos semillas mágicas.- dijo Erlantz
*- Si.- dijo Hugo vamos a buscarlas
Los dos amigos se pusieron en marcha, necesitaban llegar cuanto antes a la tiendita mágica que sólo ellos dos conocían.  Primero debían entrar en la tiendita que vendía gominolas y “hielo hielo”, y detrás de las chocolatinas había una puertita escondida que solo se abría cuando ellos dos ponían la mano sobre la puerta, si la tocaba cualquier otra persona o cualquier otro niño no se abría.
Dentro de la tiendita mágica, había estantes con todo tipo de productos, parecía normal, pero no lo era, todos los productos que allí habían , eran mágicos, por ejemplo a la entrada había batidos de chocolate, pero eran mágicos, esto quiere decir, que cuando un niño lo abría para bebérselo, el chocolate líquido saltaba hacia arriba y formaba pompas gigantes de chocolate.
Había también galletas redondas, pero cuando un niño se las llevaba a la boca para comérselas, se convertían en gominolas amarillas.
Había también globos de colores que cuando soplabas dentro de él, te devolvía un soplido mucho mas fuerte que te tiraba al suelo.
Había dinosaurios de juguete, pero cuando los apretabas, decían “Beeee beeeee”.
La tienda tenía dos puertas, una era por la que habían entrado Erlantz y Hugo, y por la otra se salía a un bosque mágico donde vivían , duendes, hadas, gnomos y todo tipo de seres  mágicos, y que eran los que solían ir a hacer las compras a esa tienda.
Erlantz y Hugo compraron las semillas, y se fueron al parque, cruzaron por detrás del muro, y con mucho cuidado de no molestar a las abejas, para que las abejas no les molestaran a ellos, echaron las semillas mágicas al suelo. Se echaron un poco hacia atrás para ver como  en menos de 5 minutos las semillas se convirtieron en grandes flores de todos los colores, tamaños y olores.
Las abejas se pusieron muy contentas y para dar las gracias  a Hugo y a Erlantz les regalaron un bote de miel hecho por ellas mismas a cada uno.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado!!

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